miércoles, 11 de diciembre de 2013

Testimonios (1958: I)



Foto: LVI


Recuerdos del desastre
por Amadeo Carrizo
El Libro de Oro del Mundial 
Clarín - 1998



"Me gritaban vendepatria. También me gritaban traidor. Fue muy duro, de lo más doloroso que me pasó. Lo de Suecia terminó en una amargura enorme y en un desprestigio terrible. Nos fue muy mal. Y nos costó mucho reponernos de semejante historia.
Tengo que volver a contarlo. Una vez más y sabiendo que fue uno de los momentos más difíciles de mi carrera. En Suecia realmente fuimos un desastre. En cuanto me vienen a la memoria los seis goles que nos hizo Checoslovaquia, me agarra una tristeza infinita.

Llegamos a Suecia pensando que ganábamos de taquito. Creíamos que con el antecedente del Sudamericano de 1957, que se jugó en Lima y en el que Argentina fue un campeón brillante, nos alcanzaba para llegar lejos. Nos equivocamos.
Si tuviera que buscar una explicación para entender esa actuación tan floja, la resumiría en una sola palabra: desorganización. Viajamos hasta Suecia en un vuelo de línea que tardó como cuarenta horas. No era el mejor modo de empezar. Como comparación, hay que decir que Brasil fue en un avión privado y después de hacer una gira previa en la que el equipo adaptó su táctica.
No me cabe otra razón. Nosotros llevamos excelentes jugadores. Estaban Pedro Dellacha, Federico Vairo, Néstor Rossi, José Varacka, Omar Orestes Corbatta, Beto Menéndez, Angelito Labruna. Y más: Cruz, Mouriño, Ramos Delgado, Sanfilippo, Alfredo Rojas...demasiados jugadores de calidad para que todo nos saliera tan pero tan mal. Y sin embargo fue así.

La desorganización incluía lo futbolístico. Nosotros no sabíamos nada de nada sobre nuestros rivales. Ibamos a suerte y verdad, algo que hoy nadie puede siquiera imaginar. Vale una prueba: en esa derrota contra los checos, me hicieron cuatro goles iguales, calcados. Venía un centro atrás y era gol, venía otro centro atrás y llegaba otro gol. Y así se cansaron de hacernos goles. Nos bajamos del avión suponiendo que todo iba a ser fácil para nosotros. Nos volvimos habiéndole hecho fáciles las cosas a los demás. Tuvimos que regresar muy rápido. Ni siquiera nos pudimos dar el gusto de ver jugar a los brasileños.

Me acuerdo de que cuando llegamos al país, después de la eliminación, el avión tuvo que aterrizar en una chacra de Monte Grande para que no nos mataran. Es que algunos periodistas que estaban allá le habían pedido a la gente que nos fueran a buscar a Ezeiza con palos y piedras. Nos salvamos porque bajamos en otro lugar. Todo daba mucha bronca. Quizás nadie pueda creernos que, además, ninguno de nosotros cobró un solo peso por jugar ese Mundial. Lo único que juntamos fue dolor.

Esa actuación implicó que durante los años siguientes me cargaran las hinchadas rivales. Fue una sensación tan fea que no quise volver a la Selección durante mucho tiempo. Hasta dejé pasar el Mundial de Chile, en 1962. Recién regresé en la Copa de las Naciones, en Brasil y en 1964, cuando salimos campeones.

El tiempo pasó pero la decepción dura. Algunos recuerdan al Mundial de Suecia como la bisagra histórica del fútbol argentino. Yo digo la verdad: no hubiera querido ser parte de esa porción de la historia."



Para complementar el texto anterior, un artículo más con la opinión del gran Amadeo:



"En Europa nos sacaron la careta"
Por Amadeo Carrizo
Diario La Razón del 12 de mayo de 1982
Extracto publicado en ABC de los Mundiales (Olé)



"Fuimos allá creyéndonos unos fenómenos porque habíamos eliminado en la ronda clasificatoria a Chile y Bolivia, y no teníamos la menor idea de cómo jugaban los europeos. Clasificarnos fue una mala suerte, porque nos tiraron a la cancha a la que te criaste y en Europa nos sacaron la careta.
La única verdad es que estábamos muy atrasados. Los jugadores tuvimos la culpa, pero de los dirigentes nunca se dijo nada, y lo primero que hicieron luego de ganar el Sudamericano del 57 fue vender a Maschio, Angelillo y Sívori. 

Antes de viajar a Europa, nadie nos comentó nada y menos se les ocurrió traernos una película o decirnos cómo jugaban Alemania y Checoslovaquia. Así nos fue, nos pasaron por encima.
Si no hubiera sido por el Mundial del 78, el mal sería peor, porque en el 62, el 66 y el 74 las cosas no fueron mejores y se notaron escándalos que motivaron viajes urgentes de dirigentes para paliar la situación.
Antes, a los jugadores de la Selección no se les llevaba tanto el apunte y solo nos sentíamos unidos con el técnico, el masajista y el utilero."





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