martes, 22 de octubre de 2013

Testimonios (1930: II)



Francisco Varallo fue el último sobreviviente 
del Mundial 1930. Falleció en 2010, a los 100 años.
(La fotografía pertenece a la revista FIFAWorld
 y acompaña a la entrevista que Pablo Aro Geraldes
 le hizo al ex-futbolista argentino)


"Todavía me dura la amargura"
Por Francisco Varallo
(El Libro de Oro de los Mundiales, 1998)


"Si algo recuerdo claramente, es que desde el primer partido contra Francia tuvimos al público uruguayo en nuestra contra.
Para colmo los franceces tenían un arquero que era espectacular, Thepot. Parece que lo estuviera viendo en este mismo momento. Tenia una especie de guantes y estaba todo embarrado de tanto tirarse al suelo para atajar todo lo que le tirábamos. El atajaba todo y yo pegué dos tiros en el palo. Faltaban 9 minutos y el árbitro cobró un tiro libre en la puerta del área francesa. Monti me pidió que lo pateara yo, pero recuerdo que le dije que lo pateara él porque sentía que iba a ser gol. La colgó de un ángulo. Fue la salvación. Ese partido estaba para ganarlo por cuatro goles y sufrimos hasta el final. Los uruguayos no paraban de insultarnos y tirarnos cosas.
Todo el Mundial se podría resumir en cómo se vivió la final. Había 60.000 personas en el Estadio Centenario. El clima seguía muy hostil en contra nuestro. Pero teníamos el apoyo de muchos argentinos que viajaron en barco desde Argentina para alentarnos.
Hubo problemas con todo, hasta con la pelota. Nosotros queríamos jugar con la nuestra y ellos con la suya. Parece algo ilógico para estos tiempos, pero esa fue la realidad. Al final, jugamos el primer tiempo con la nuestra y ganamos 2 a 1. En el segundo tiempo jugamos con la de ellos y ahí nos dieron vuelta el resultado. Perdimos 4 a 2. Cada vez que me acuerdo me amargo. Ellos nos ganaron por ser más guapos y más vivos. No por ser mejores jugadores."

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Carlos Peucelle rodeado de chicos durante su estadía en Uruguay (www.elgráfico.com.ar)


El Presidente de la FIFA Jules Rimet presenta el Trofeo "Jules Rimet" al Dr. Raúl Jude,
 de la Asociación Uruguaya de Fútbol (www.FIFA.com)

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"Si hubo alguien que fracasó ese día,
 fue todo el equipo"
Por Mario Evaristo
(Desde 1893 hasta 1981 Toda la historia de la Selección Argentina)





"En el Mundial del '30 fui de la partida frente a Francia, Chile, Estados Unidos y Uruguay, salvo en el match contra México. Todavía no termino de comprender porqué los uruguayos nos tenían tanta fobia. Si cuando ellos vienen aquí nosotros los atendemos muy bien. Nos hicieron la vida imposible antes, durante y después del partido. Todas las noches, un grupo iba hasta el hotel donde nos hospedábamos, a unos 40 km de Montevideo, y se pasaba horas y horas tocando el bombo, para que no pudiéramos descansar. 
La tarde que cotejamos contra los franceses, éstos estaban como en su casa. Los uruguayos se cansaron de alentarlos al grito de '¡Francia! ¡Francia!'
Nosotros habíamos visto al equipo francés, en un partido anterior, y estábamos seguros que no podían llegar nunca a ser rivales de riesgo para nosotros. Sin embargo, ese tarde se agrandaron y apenas les pudimos ganar por un tiro libre de Monti. El arquero Thepot, de ellos, fue la gran figura de la cancha.
Este fue el único partido que Cherro jugó en ese campeonato. Como los uruguayos sabían que él era uno de los 'caudillos', en el buen sentido del término, le buscaban roña para que él se enfureciera y se preocupara más en pelear que en jugar. Al no soportar tanta presión, Cherro no quiso volver a jugar.
Contra México nos impusimos 6 a 3. Yo lo ví desde la tribuna. A Chile lo derrotamos 3 a 1. El tercer gol lo señalé yo, tras un pase de Nolo. Frente a Estados Unidos hicieron goles casi todos los delanteros, menos yo. Seis a uno terminó el encuentro.

En la final, contra los uruguayos, cuando nos pusimos dos a uno arriba en el marcador, nos perdimos el tercero, que hubiese sido lapidario para las aspiraciones de los celestes. Eso sí, yo a los jugadores uruguayos no tengo nada que reprocharles. Ellos jugaron con rudeza y tuvieron algunas malas actitudes contra Botasso; pero en general fueron limpios. En cambio, el público charrúa nos hizo de todo. Lo imaginable y lo inimaginable. El colmo ocurrió después que nos ganaron cuatro a dos. Fuimos al puerto y no podíamos subir al vapor porque una barrita nos estaba esperando para darnos la salsa. Gracias a algunos dirigentes uruguayos, pusieron a nuestra disposición una lanchita, y con ella nos hicieron subir al vapor por la parte trasera.
De la derrota, el público argentino le echó la culpa a Monti; pero él no la tuvo. Si hubo alguien que fracasó ese día, fue todo el equipo. Monti, al igual que Cherro, era quien más ascendencia tenía sobre nosotros. El no quiso jugar ese partido; pero como los dirigentes insistieron, aceptó, pese a que su deseo era otro. De los jugadores uruguayos, de quien guardo un buen recuerdo es de  Nazassi. Todo un caballero. Cuando íbamos a Montevideo, él nos esperaba en el puerto y nos invitaba a su casa."


  
Cherro, Evaristo y Monti paseando por Montevideo
(Los Mundiales de Fútbol y la Copa '82)


www-cdf-montevideo-gub-uy



Los jugadores argentinos de paseo durante su estadía en Montevideo (¿fuente?)



"Si jugábamos acá eramos campeones"
Por Carlos Peucelle
(Publicado en el ABC de los Mundiales -original: El Gráfico, julio de 1966-) 




"Si ese Mundial se hubiese jugado aquí, Argentina era campeón. Hubo muchos factores que incidieron para que perdiéramos aquella final con los uruguayos. Fundamental: lo atemorizado que estuvo Luis Monti por los anónimos que le mandaron. No quería jugar, lo tuvieron que convencer Bidegain y Larrandart. Y salió a la cancha, pero tuvimos un agujero en el medio.
En el primer tiempo ganábamos 2 a 1, pero en el segundo el dirigente Rouquet ya nos había avisado: 'Cualquier cosa que pase, nos retiramos...'. No habían puesto el alambrado olímpico como prometieron. Y pasaron cosas que si el partido era en Buenos Aires no hubiesen ocurrido. Como ese offiside que el árbitro le marcó a Stábile justo cuando estaba por vencer a Ballestrero, sin que el lineman hubiese señalado nada o como el golpe de muñón que le dio el Manco Castro a nuestro arquero Botasso en un centro que originó el segundo gol.
Después Iriarte nos metió el tercero desde treinta metros porque Botasso saltó con el brazo encogido del dolor que tenía en las costillas."



Esta entrada y las próximas sobre la misma temática
 se irán enriqueciendo con nuevos documentos escritos o fotográficos.



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